Sonrío libidinosamente ante las adversidades que me rodean. Me
miran como si no fuera la primera vez que las destruyo, como si ansiedad no
viniera visitarme una vez por semana para darnos besos en cualquier acantilado.
Esta vez me río porque, aunque ahora dejaría que locura se apoderase de mí y lo
destrozaría todo, aunque me marcharía bajo cartones a recuperar mi libertad; he
encontrado dos amigas en el camino: fuerza, que es a la que nunca valoré y
seguridad que no ha aparecido hasta que ordene los muebles de la habitación,
nunca aceptó estar rodeada de mierda.
Hoy sonrío porque por fin en mí no estoy sola. Me descojono
en el agujero mientras le grito a mis miedos:
Tengo sangre, tengo heridas, me hurgáis y me duele el tiempo,
pero me acompaña. Sigo en mi letargo, depresión también ha vuelto. Hoy vísperas
de navidad hemos venido todos a casa, estamos todos en el juego. La diferencia
es que por una jodida vez y aunque ahora no pueda jugar mis cartas el As lo
tengo yo. Desde este agujero donde yo, las situaciones y demás cosas que rajan
mi piel me golpean yo no tengo miedo. Señores, c’est fini. Me río aún
destrozada porque gano yo.
