No me gustan.
No son lo suficientemente buenos.
Y lo borro.
Y lo reescribo.
Cambio de tema.
Escribo un título.
El texto parecía un escupitajo de mis vísceras.
Hoy no tengo ganas de intimar tanto.
Lo borro.
Casi me convence.
No voy a escribiros mi puto diario.
Nunca tuve uno.
Quizás por eso estoy aquí.
Al final nada.
Tachones.
Pruebo de nuevo pero a lápiz.
A tomar por culo.
Bola para canasta.
Y otra vez, otras 1500...