Aviones de papel

Soy de vuelos, de cerrar los ojos y querer viajar lejos de aquí.

De aquí, de allí, de todos lados.

Este donde este, sea por poco o mucho.

Si me come la pena tanto como si me inunda la alegría; quiero volar.

Cigarrillo, cierro los ojos y empiezo a planear.

Sea como sea la vida se ve más hermosa cuando estoy a milímetros de tocarla y a mí me gusta acariciarla con la punta de mis dedos.

Cuento infantil de cuando aún creía en el amor

Yo lo veía a mi alrededor.

Parecía tan bonito como un atardecer.

En casa no solía entrar porque yo vivía en un castillo gigante, pero asomaba como el sol por mí ventana.

Cuando salía del castillo sentía su fuerza por las calles.

Manos volando juntas, los abrazos con carrerilla incluida, cuando te limpian el culo de arena, besos en los churretes de mi cara.

Me invadió esa sensación.

La sentía mucho en la época que jugaba en los columpios y hacia castillos de arena.

Me gustaban mucho esos castillos porque los podía destruir, cosa que el mío no.

Y juro por el capitán del barco de mi vida haberlo intentado con mis carrerillas, abrazos y muchos besos en los churretes.

Huele un poco a mierda

Sólo necesito escuchar tu voz.

Nada más.

De echo, te suelo percibir antes de escucharte.

Eres el detonador de mi bomba interna.

La llave de mi caja de Pandora.

Pocos entenderán el por qué de esto.

Porque cuando el mal te toca, lo identificas a kilómetros aunque sea otra persona.

Todo lo ruin me recuerda a ti.

Te ahorcaría con la misma correa que me pegabas.

Me arrebataste casi toda mi integridad.

Sé la basura que eres así que nunca te atrevas a intentar hablarme o abrirás a pandora y...

Precisamente tú ¿quieres abrir mi caja para ver que hay dentro?

¿Sabes que hay maldito cabrón?

Están todos mis demonios esperándote.