¿Os habéis preguntado alguna vez cuando los demás os dicen
que les gusta como sois a que se refieren? Pensadlo, somos muchas personas a la
vez y no siempre coinciden. Lo que los demás creen que somos, lo que los demás
quieren que seamos, lo que nosotros queremos ser, lo que creemos que somos y lo
que somos realmente. Somos todo eso.
Hay gente que por caer bien se deja llevar por los demás,
eso es algo que en la mayoría de los casos no es bueno. Acabamos convirtiéndonos
en algo que no somos, absorbemos totalmente nuestra personalidad para ser
alguien distinto. Yo he sacado varias reflexiones de este tipo de actitudes,
pero me quedo con esta en especial:
Prefiero sufrir por
mis errores que por los de los demás. Prefiero ser antisocial antes que fingir
que me cae bien todo el mundo. Si te caigo mal ya llegará alguien que me acepte
como soy. Quiero que mis fallos sean únicamente míos, acepto consejos pero soy
yo quien decide.
Con el tiempo me he dado cuenta de que los demás te pueden enseñar
mucho pero hasta que no sientes en tu propia piel lo que te cuentan no puedes
opinar. Yo misma de pequeña había escuchado, visto y vivido muchas cosas en
tercera persona, pero cuando me toco vivirlo a mí, sufrir y ver las injusticias
con mis propios ojos algo cambió. Pase de ser esa niña obediente y agradable
que solo se preocupaba en no decepcionar a su madre a una persona independiente
e idealista que solo se preocupa en quererse un poquito más a sí misma cada
día.
Hay muchísimos casos así, el paso para madurar es ver el
mundo con tus propios ojos y no con los de los demás. Aunque os puedo asegurar
que no te vas a despertar un día y vas a decir: he cambiado. Madurar es un
proceso muy largo, puede llevar años e incluso toda una vida, pero merece la pena
porque el premio es una felicidad única y real. Os pueden llegar a tomar por
locos, pero que más da. Los locos son felices y yo quiero serlo. Hay una frase
que me encanta para cada vez que me dicen que estoy loca: Los escritores crean
castillos en el aire; los locos los habitan y los psiquiatras cobran el
alquiler. ¿Quiénes no son los realmente felices de los tres?
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