_ Adiós. Me marcho y creo que es para no volver.
_ ¿Así sin más?
_ ¡Sí! No puedo más con esto.
_ ...
Se formó un silencio insostenible y justo cuándo se giro para irse ella le dijo:
_ No seremos felices separados, ni tú ni yo.
_ Es muy probable, lo sé, pero lo tengo que intentar.
_ Deja de intentar imposibles.
_ Deja de llamar imposible a todo lo difícil que se te cruza en el camino y quizás nos volvamos a ver.
Ella sabía que estaba en la estacada, al borde de un abismo sin fin. Él sabía que ella jamás dejaría de creer en imposibles por lo tanto jamás se volverían a encontrar.
Tan sólo se vieron en sueños, de ahí a que odiaran tanto el maldito despertador.
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