Cuando la mire a los ojos vi como se le nublaba el alma. Saboreando lo oscuro, la sangre y el sexo. Disfrutando de su muerte, su orgasmo y su insólita felicidad vomitiva. Ese brillo de los ojos se le borró como las cosas que no sirven nunca durante mucho tiempo.Su pintalabios manchando de rojo sangre, su piel blanca y desnutrida, su oscuridad remarcada en lo negro de su pelo. Triste, no había más palabras. Psicópata autodestructiva que ama la muerte tanto como la muerte la ama a ella. Drogas, vómitos bulímicos y orgasmos intensos. Esa sensación de estar al filo, de ser un vinilo que por viejo y usado tirado anda y revuelto por algún cajón con un tanga enganchado en su esquina pidiéndole más. ¿Qué coño es la vida sin drogarse en un parque, romper botellas, tomar mda y polla para después desayunar cola cao? Las cerdadas de la madurez mezcladas con la ilusión de ser niño y un poco de cianuro en el alcohol. Ella se fumaba pulmones de hierro con el clítorix de plastina. Tenía cristales clavados en los pies pidiéndole que saltara sobre ellos para clavarse un poquito más. Eso era amor, el más puro amor.
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