Me prometí nunca más volverlo ha hacer, no volver a enamorarme más, pero tú como siempre tienes que llegar y destruir todas mis ideas. Tienes que llegar y decirme: Yo sé que eres mía y que serás mía hasta que me digas no te quiero mirándome a los ojos. Me muero por dentro cuando me dices eso, cuando no te lo puedo negar, cuando mandarte a la mierda es la forma más sincera que tengo de darte la razón. Porque por ti conocí lo que era una relación, porque no te creo cuando me dices te quiero, no te voy a creer nunca. Por tu maldita culpa me siento insignificante, una muñeca en tus manos, tu muñeca. Quiero que me decepciones, que te alejes, quiero que me demuestres que te importa todo una mierda, pero tú no. Tú sigues ahí dándome una de cal y otra de arena, queriéndome a momentos, cagándola por días. Demuéstrame que esto nos va a llevar a alguna parte, quiéreme siempre o no lo hagas nunca. La gente piensa que me quieres, lucha por recuperarme, recupera lo que en su tiempo fue solo tuyo y nunca he podido entregarle a nadie, salva mi cuerpo del hastío del sexo salvaje. Devuélveme la felicidad que conocí contigo y ahora nadie puede darme. Me preguntan que si cuándo te veo siento mariposas en mi estómago, lo mío son abejas asesinas, unas jodidas abejas inmunes al cianuro, al ársenico y a los cigarros de madrugada. Amor llaman a esto, vaya una puta enfermedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario