Una niña dentro de mí me dice: La gente hace daño, tengo miedo. Máma nos decía que nos alejaramos de lo malo. ¿Por qué sigues aquí? Quiero irme, no quiero sufrir. A veces la escucho y me provoca lástima, pero los golpes te hacen fuerte aunque siempre te pueden dar un golpe que te duela. Por desgracia no somos insensibles. Envidio a esa gente, me gustaría no tener conciencia. ¿Realmente la sensibilidad es una virtud? Me planteo mucho que para qué sirve sentir, supongo que para vivir; pero vivir... ¿Para que sirve vivir? Me digo todas las mañanas: Soy fuerte puedo con esto y con todo, aunque con la misma facilidad con la que me digo eso me hundo en la mayor de las miserias. Muchos le echan las culpas de sus desgracias al amor, a la amistad, etc... Las culpables son las personas, nosotros mismos. Las personas destruyen, destruyen países, casas, vidas, sentimientos, destruyen a otras personas y con el tiempo algunas se destruyen a sí mismas. Yo aún mantengo la esperanza, me digo: Hay gente buena. Nadie es malo del todo, ni bueno del todo. No tienen valor para serlo. Una de las ventajas de la cobardía humana, hasta este supuesto defecto tiene su parte de virtud ¡Increíble, ¿verdad?! Las cosas son según como las mires. Hoy le digo yo a esa niña: Quiérete, sino no serás feliz. ¿Quieres ser feliz, verdad? ¡Pues hazlo!, y cuando encuentres la forma...enséñame a mí. Enséñame a ser feliz, yo te enseñaré a soportar el dolor. Observa nuestro infierno interior, eso te ayudará.
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