Es maravilloso escuchar la canción de tiempos de cambio V de Día Sexto. Siento como si estuviera en el borde de un precipicio con los brazos extendidos y la música llegara a mí acribillándome por todas partes. Siento que caigo sobre un gran abismo de palabras como un peso muerto. ¡Y todo eso nada más con la base! Jodida imaginación, que lejos te dejo volar, vamos a ir al peluquero a cortarte las puntas de las alas para que no te flipes tanto. Pues cuando abro los ojos tengo que caer yo sola desde la altura que me has hecho volar. Aunque jodido éxtasis mas hermoso, cuando termina la música es como si me apagara lentamente yo también y la imaginación me abandona. Ahora sí, caigo como peso muerto sobre una silla, es como si un hombre sin rostro me estuviese embistiendo salvajemente contra la pared. Caigo desplomada, las fuerzas me abandonan como si hubiera tenido un orgasmo, los mofletes me arden y por unos instantes soy feliz. Música. Jodida, hermosa y eterna música. Que buenos y que malos momentos me has hecho vivir, pero todos con intensidad que fue lo único que te pedí. El mundo contigo se apaga, todo deja de tener sentido, me importa un carajo, yo estoy en mi reproductor de audio y soy feliz. Por eso no me gusta escuchar música con nadie, porque no puedo darle a cada uno su lugar. La música es para vivirla, sentirla, llorarla y sufrirla. La música es el arma y mis auriculares el escudo contra el mundo real. Es como la literatura, es un filo cortante que te excita, que te encanta, que te hace volar, que te convulsiona el pecho a golpe y porrazo, que hace que la sangre de tu venas fluya más deprisa, más melódica y menos pesada. Es un filo que te deja muerta pero siempre con ganas de más.
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