No me saques de la cama

Me he dado cuenta que no sé amar fuera de la cama. Ahí es en el único sitio en el que se entregarme completamente, sin asperezas, es él único sitio del mundo en el que me gusta lo que soy y como soy. Fuera no soy nada, o mejor dicho, no sé mostrarle nada a un hombre. Se apodera de mí una estupidez suprema que me convierte en una jodida chica más si estoy enamorándome. Risa tonta, no salgo de las conversaciones banales, no paro de soltar monosílabos, no miro de frente. ¡Qué grima me doy! Y si no me gustan me vuelvo una desagradable. Me pongo borde, todo me molesta, no acepto bromas, me quiero ir... El sexo se ha acabado y me quiero ir... Fuera del sexo, no me siento mujer, no me siento nada, soy tan sólo otro blanco fácil más, otra chica patética, otra débil más. Me niego, yo soy fuerte, divertida, vivaz, orgullosa y prepotente, pero no me saques de la cama. Sólo fui yo con tres hombres, tres hombres a los que por distintas razones mi yo poético sigue amando, pero yo no. Ya no.