Soy un humanoide, una mezcla de miles de cosas. Miles de pedazos rotos y recuerdos. Siento como los humanos, todo intenso en la piel. Vuelo con la libertad de los pájaros, poseo sus hermosas alas. Hago maldades, pero sin malas intenciones. Pues como leí una vez en un libro: El camino hacia el infierno este lleno de buenas intenciones. Me arden los labios de pasión, soy fuego pero mi piel quiere sentir el agua. Mi piel se quiere calmar. Debo amansar a la fiera que ruje dentro de mí. Se revuelve y me araña el pecho. ¡La maldita quiere salir! Quiero ser tierra, calmar mi furia, sentir la humildad. Que el aire peine mis pestañes como símbolo de complicidad. Soy un hermoso humanoide. La vida me quiere y no pienso callar. Mi boca grita libertad y ni con un beso me podrás callar. Mi cerebro me dice que somos la utopía que creo el humanismo aunque con la influencia de Nietzsche y con un remarcado hedonismo. Maldito humanoide asqueroso, cuerpo de humano, sangre de demonio, con alas de pájaro y miel en los ojos. ¡¿Cuánta belleza cabe en un cuerpo?! Mientras yo siga existiendo lo segundo más hermoso será mi reflejo, porque si en este mundo hay algo más hermoso que mi cuerpo es mi cerebro.
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